“Abstinencia de amor. La sensación es como si tuvieras que privarte de algo que te hacía
feliz, mensajes, abrazos y preocupación constante. Básicamente la compañía de la
persona a la que amas”.
Eso le expliqué al psiquiatra y él, un caballero de barba larga y canosa, me dijo con un
tono de voz tipo Vicky de la Vicky y la Gaby, “ya va a venir otro, para que sufrir tanto”.
“Como si fuera tan fácil”, respondí con esa risa que aflora cuando tienes vergüenza de
llorar. Finalmente me recetó un antidepresivo que más que ayudarme con el ánimo, me
ocasiona sudores nocturnos tremendos. O es la pastilla o comencé con la perimenopausia.
Regio momento.
Mientras tanto, Zuckerberg y compañía me tienen tapizada de mensajes de autoayuda,
hubo uno que me hizo entender que al renunciar a un amor, desistimos también del
futuro que habíamos proyectado con él. Desprenderse de las expectativas que se habían
creado en torno a una relación, es aún más feroz.
El duelo no es sólo dejar ir lo que fue, sino lo que pudo ser.
Haber planeado una vejez juntos, caminatas tomaditos del brazo, conocer nuevos lugares
o haber soñado con una sencilla cabaña en el sur que nunca habitaremos, es lo que hay
que bloquear, de raíz. Acto seguido entra a pasos agigantados la incertidumbre y me
cuestiono ¿Volveré a enamorarme nuevamente? ¿Me querrán tanto como lo hizo él?
Para echarle limón a la herida, el fin de semana vi “La historia de mi familia” una serie
italiana recién estrenada en Netflix que cuenta como un padre con una enfermedad
terminal prepara a su entorno para su partida y organiza el cuidado de sus dos hijos
pequeños. Es triste pero hermosa. Además, tiene una banda sonora de lujo: Blur, The
Cure, Massive Attack, LCD Soundsystem, The Clash, Gianna Nannini (algo así como la
Alejandra Guzmán italiana) y en una linda coincidencia, una canción de la que he abusado
estos días, la versión de “Stay” de Cat Power, que me parece tantísimo más conmovedora
que la de Rihanna y Mikky Ekko.
Así vamos en el día 14. La vida está reflexiva y lacrimógena, en un ejercicio de
autocompasión repito “con todo sino pa´qué”.
Puedes leer la parte 1 acá.