
Le conté a mi hijo hace un par de semanas. Quería evitar su decepción, pero como hijo de tigre, ya lo había intuido. “No me sorprende, siempre sentí que él estaba más enamorado que tú”, sentenció.
¿Así se veía desde afuera nuestra relación? Le puse cabeza a su comentario y me dije “me hicieron love bombing”. Este término se usa para rotular las acciones de personas que exageran sus demostraciones de amor. Flores, miles de regalos, publicaciones excesivas en redes sociales y promesas innecesarias.
¿Es mi ex un love bomber?
Al profundizar sobre este concepto concluyo que, por nuestra generación y crianza, no somos de las que andamos “teamando” por la vida, cuando lo hacemos es porque hay una entrega genuina y verbalizarlo se transforma en una necesidad.
“Voy al baño, te amo” “voy a cocinar, te amo” “voy a tomarme un café, te amo”, pueden ser formas de personas cariñosas, pero en mi humilde opinión es un manoseo de una declaración seria y lo más significativo es que al reconocer que amas a alguien, le concedes un super poder porque le entregas tu vulnerabilidad.
La prudencia, en ese sentido, es una gran virtud y un acto de responsabilidad. Andar vociferando los te amos si luego no te harás cargo de aquella confesión es de una inmadurez profunda, dado que no sabes lo que puedes provocar en la otra persona que se vuelve adicta a aquellos estímulos amorosos. Normal, como dicen los españoles ¿a quién no le va a gustar?
Pues bien ¿cuál es la diferencia entre el bombardeo de amor y el enamoramiento? Probablemente se trata de comodidad, cuando las cosas fluyen y dichas actitudes se sienten como una conexión especial se trata de algo sano y mutuo.
¿Qué me pasó a mí? Ha pasado un mes desde el quiebre y reconozco que me lo cuestiono diariamente. El adiós fue tan simple que dudar de tanto amor es inevitable.
Puedes leer la parte 1 acá, parte 2 acá, parte 3 acá y parte 4 acá.